El arte de ilustrar

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Con motivo de la celebración del 20 Aniversario de su inauguración la Biblioteca de Castilla-La Mancha ha preparado una exposición bibliográfica con una selección de obras pertenecientes a la Colección Borbón-Lorenzana que gira en torno a la ilustración de los libros impresos.

La ilustración de libros manuscritos nace como un proceso artesanal que con la llegada de la imprenta se transforma hasta que se convierte en una disciplina artística más a lo largo de los siglos. La ilustración de libros impresos, tal como hoy la conocemos, se origina en el siglo XV cuando el grabado y el aguafuerte se usaron como técnicas que brindaban una mejor definición y permitían mostrar detallles más finos en las imágenes que se reproducían. En una primera etapa las ilustraciones servían, por un lado, para acercar el conocimiento a personas con poca fromación y alejadas de la lectura y, por otro, para hacer de los libros un producto más atractivo que favoreciera su venta, aunque paradójicamente los grabados encarecían su precio.

Las obras expuestas abarcan una amplia cronología que se extiende hasta nuestros días desde el siglo XVI. Es entonces cuando la ilustración se utiliza para transmitir los nuevos conceptos o descubrimientos científicos, para dar a conocer obras arquitectónicas y para realizar retratos de los más importantes protagonistas de la vida cultural y científica. El dibujo es utilizado como un vehículo de transmisión de las ideas.

En primer lugar, se muestran trabajos del siglo XVI pertenecientes a Juan de Arfe y a Pedro Perret, cuyas obras eran imprescindibles en las bilbiotecas de intelectuales y artistas de la época. De las obras expuestas del siglo XVII destaca la figura de María Eugenia de Beer por la rareza de encontrar una artista grabadora mujer. Fue famosa y reconocida en su época, algo que ella aceptó con orgullo firmando todas sus obras lo que era muy poco frecuente en los trabajos artísticos femeninos.

Manuel Salvador Carmona es el artista que ejemplifica la transición al siglo XVIII. Intervino en la ilustración de unos treinta libros, destacando sus retratos, especialmente los que realizó para la obra Retratos de españoles ilustres (1791). Llegó a ser grabador de cámara del rey y está considerado uno de los más importantes representantes del arte español.

Mientras que los grabadores iban consolidando su figura como artistas no se puede dejar de lado la importante labor de editores como Joaquín Ibarra, que en su edición de El Quijote contó con la participacion de artistas como Barcelón y Muntaner. De igual forma, la Academia de Bellas Artes de San Fernando aparece vinculada a la formación de la mayoría de artistas de la época desde su creación a mediados del siglo XVIII. También fue una institución que impulsó la edición. Ejemplo de ello fue la publicación de las series de Goya: Los desastres de la guerra y Los disparates o Proverbios.

Entre todos los artistas españoles del siglo XIX se incluye el francés Gustave Doré por ser el ilustrador más importante de su época y porque su obra tiene influencias que se prolongan en el tiempo hasta la aparición del cómic. Además, España es uno de los países que más gustan y marcan a Doré: realizó entre otros trabajos una edición ilustrada de El Quijote, residió varios meses en Barcelona y viajó por toda la Península junto al Barón Davillier.

El recorrido de la exposición finaliza con trabajos de Dalí y de Antonio Saura, reservando el punto final para  uno de los ilustradores en activo más prolíficos y premiados en la actualidad: Teo Puebla y su inmensa obra La Celestina cuyos originales se pueden disfrutar en el Museo de La Celestina en su localidad natal, La Puebla de Montalbán.