Su obra

   Buero se consagró en el mundo del teatro en 1949 con el drama Historia de una escalera, que venía avalado por haber obtenido el premio Lope de Vega del Ayuntamiento de Madrid. Se trata de una obra de corte social donde se retrata la vida cotidiana de la clase baja trabajadora durante la posguerra. Tuvo un gran éxito de público y crítica. En el mismo volumen Ediciones Alfil publicó Las palabras en la arena, estrenada el mismo año, donde, en un solo acto, trata el episodio de Jesús de Nazaret y la mujer adúltera del Nuevo Testamento.  La obra obtuvo el Premio de la Asociación de amigos de los Quintero.

   Tras estos primeros éxitos Buero seguirá llevando sus obras a los escenarios. En la ardiente oscuridad fue redactada por primera vez en 1946, pero no se estrenó hasta 1950. En ella un grupo de ciegos de un centro de enseñanza se convierte en metáfora de la pasividad de la sociedad española ante la posguerra. 

   Buero, como autor de teatro, también hereda la tradición clásica y los grandes temas, caracteres y conflictos que ésta representa. En La tejedora de sueños, estrenada en 1952, trata los personajes de Ulises y Penélope de La Odisea.

En los años 50 también estrenó otras obras como La señal que se espera (1952), Casi un cuento de hadas (1953) o  Madrugada (1953) con las que siguió cosechando éxitos teatrales.

Si bienlos estrenos de las obras de Buero se fueron sucediendo durante los años de la dictadura en los teatros oficiales sin tener problemas con la censura, sí hubo algunas que encontraron mayores dificultades para llegar a las tablas. Una de ellas fue Aventura en lo grisque,  habiéndose escrito en 1949, no pudo representarse en 1954 en el teatro Infanta Beatriz, donde estaba prevista, por no estar autorizada. El estreno no llegaría hasta 1963.

   No ocurrió lo mismo con obras como Irene o el tesoro, estrenada en el Teatro María Guerrero en 1954, Hoy es fiesta, en 1956 o Las cartas boca abajo, que comenzó a representarse en el Teatro Reina Victoria en 1957. En ellas Buero vuelve a esos ambientes de sordidez que tan bien había reflejado en Historia de una escaleraHoy es fiesta y Las cartas boca abajo consiguieron incluso el Premio Nacional de Teatro en 1956 y 1957 respectivamente.

   También obtuvo este premio un año después, en 1958, con la obra Un soñador para un pueblo, aunque con ella Buero abandonará los ambientes sórdidos de las anteriores para situar la acción en un momento histórico relevante en la de España del XVIII, el motín de Esquilache. Esta tragedia supone el inicio del teatro histórico de Buero.

   Una sus obras fundamentales se estrenó en los años 60. Se trata de El Tragaluz y en ella se unen el drama histórico (desde una perspectiva futura se contemplan las secuelas de la Guerra Civil), el drama social, con una sociedad, la española, dividida entre vencedores y vencidos, y el drama filosófico donde se apuesta por una llamada a la solidaridad. La obra fue estrenada en 1967 con gran éxito, aunque no gustó del todo a la prensa del Régimen. 

Es en los años 70 cuando Buero estrena su obra de mayor éxito de público y crítica. En La Fundación (1974) trata con técnicas dramáticas novedosas los temas de la prisión, el deseo de libertad, la tortura o la muerte. Está basada en sus años de preso político por haber participado en el Partido Comunista, pero logra superar lo particular y se convierte en una obra de carácter universal al reflexionar sobre el hombre contemporáneo.

   En los inicios de la democracia lleva a los escenarios obras como La detonación (1978) y Jueces en la noche(1979). En la primera se reencuentra con el teatro histórico al recrear la vida y la muerte del escritor romántico Mariano José de Larra, los pensamientos e ideas que le llevan al suicidio y ese desencanto con el país en el que le ha tocado vivir. En Jueces en la noche, Buero ya sin censura, analiza el clima de inestabilidad política y social del momento.

   En las décadas de los 80 y 90 su producción teatral dista mucho de ser tan prolífica como en sus inicios, aunque nunca dejará de tratar los temas que preocupan al hombre actual.  Diálogo secreto (1985) tiene como protagonista a un crítico de arte que le sirve a Buero para desdeñar la hipocresía, y en su última obra dramática, Misión al pueblo desierto (1999), trata por fin sin tapujos la Guerra Civil y la inutilidad de las guerras en general y la violencia, todo ello con un mensaje de esperanza que está presente en toda su obra.

   Buero se dedicó casi por entero al teatro, pero también cultivó otros géneros como el ensayo, la poesía o el biográfico. Ejemplos de ello son Tres maestros ante el público: Valle Inclán, Velázquez, Lorca (1977) y El futuro del teatro y otros ensayos (1999).