María Eugenia de Beer y Juan Bernabé Palomino
María Eugenia de Beer (período como grabadora 1640-1652). Hija del pintor Cornelio de Beer, quien había llegado a España hacia 1630. Afincada en Madrid, es una de las escasas representantes femeninas en el arte del grabado. En su obra, como ocurrió con otros grabadores, se deja notar la influencia de Velázquez. Concentró su producción de grabados alrededor de dos obras: Exercicios de la gineta (1643) y un Cuaderno de aves, ambos libros para el príncipe Baltasar Carlos. Como curiosidad, siempre firmaba las obras como Doña María Eugenia de Beer.
Juan Bernabé Palomino (1692-1777). Hijo de un platero cordobés, su tío fue el conocido pintor Antonio Palomino. El círculo familiar le facilitó su formación como pintor y su aprendizaje del oficio de grabador fue a través de estampas. Se vio obligado a conciliar su faceta artística con el trabajo como mercader de lino hasta 1736, año en el que llega a Madrid y es nombrado grabador de cámara. A partir de 1752 ostentó el cargo de director del Grabado en la Academia de San Fernando, centro fundamental en la etapa posterior del grabado español ya que por allí pasaron los artistas más reconocidos de la época
El germen de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando fue la propuesta del pintor Antonio Meléndez a Felipe V de crear una Academia de las Artes en 1726, aunque no se fundó hasta 1752 según Real Decreto de 12 de abril con el nombre de Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Fernando. La Academia estuvo desde el principio bajo el patrocinio de la corona y Carlos III la impulsó decididamente como institución al servicio de las reformas ilustradas. La concesión de premios y pensiones de estudios en el extranjero favorecieron la creación artística y aquí se exponen las obras que enumeran las obras y autores premiados en 1754 y 1756. Están delicadamente ilustrados por Juan Bernabé Palomino quien fue el primer director de grabado de esta prestigiosa institución.
Se trata de una obra clásica para la enseñanza de la Anatomía, escrita por Martín Martínez quien fue médico del Hospital General de Madrid y profesor de anatomía, además de médico de cámara de Felipe V. El retrato que figura en las primeras páginas de la obra fue grabado al aguafuerte por Juan Bernabé Palomino.