Gustave Doré y Francisco Javier Parcerisa
Gustave Doré (1832-1883). Más que con su obra pictórica, fue en la ilustración de obras literarias donde brilló como gran artista. Sus primeras ilustraciones del Rabelais, en 1854, fueron un éxito extraordinario. Siguió así, ilustrando con una imaginación fértil, más de 120 obras, entre las cuales figuran algunas de las obras maestras de la literatura: Los cuentos de Perrault (1862), Don Quijote (1863), El Paraíso perdido (1866), La Biblia (1866), Las Fábulas de La Fontaine (1867) y tres partes de La Divina comedia de Dante. Autodidacta y exuberante, sus obras se publicaron también fuera de Francia por lo que su influencia se dejó sentir muy pronto sobre numerosos ilustradores de toda Europa y América.
Esta obra, en la que encontramos monstruos oceánicos, brujos y enormes batallas, se desarrolla en la época de Carlomagno, durante una intensa guerra en la cual los caballeros del monarca intentarán repeler una invasión sarracena. Las ilustraciones de Doré se caracterizan por su estilo lineal, óptimo para la impresión litográfica, y exigen una contemplación detenida para apreciar en la calidad del dibujo su conocimiento de los clásicos, de los grabados de Durero y del grabado romántico.
Francisco Javier Parcerisa (Barcelona, 1803-1875). Pintor, dibujante y daguerrotipista español, considerado como uno de los introductores de la litografía en España, se especializó en interiores arquitectónicos de catedrales góticas españolas, siguiendo los gustos medievalistas románticos que estaban en boga por entonces. Académico de la Real Academia de San Fernando de Madrid alcanzó gran fama gracias a las litografías que realizó para la obra Recuerdos y bellezas de España (1839-1865): inventario de monumentos arquitectónicos y arqueológicos españoles, que presentamos aquí. Además de ilustrar, y trabajar los grabados con la técnica de la litografía, fue uno de los primeros artistas en España que trabajó con el daguerrotipo, el antecedente de la fotografía.
Una de las máximas de Parcerisa fue la de conseguir compendiar en una obra todos los monumentos de España. Esta obra estaba dividida en once volúmenes, cada uno de ellos dedicado a una zona del país. Parcerisa, prácticamente en solitario, fue el encargado de las reproducciones litográficas: la obra cuenta con más de 588, dibujadas casi todas al natural y con un punto de vista muy original y una libertad total en cuanto al tratamiento de la luz.